dimarts, 11 de novembre del 2014

1382-CONEIXEM ELS NOSTRES LIDERS. LA HISTORIA NO CONEGUDA D' ARTUR MAS

Detrás del presidente de la Generalitat y de su actual giro hacia el independentismo hay una historia no contada de vida personal y política que explica algunas de las decisiones que ha tomado en los últimos meses.
Héroe o villano. Ángel o demonio. Líder o iluminado. Hay opiniones para todos los gustos. Depende de quien hable, el presidente catalán, Artur Mas, despierta sentimientos contradictorios. En las últimas semanas se ha convertido en la diana de la actualidad política al erigirse en el hombre que se ha empeñado en crear un Estado propio en Cataluña. A Artur Mas le pasó como a Saulo, que tras caerse del caballo se cambió el nombre por el de Pablo y se convirtió al cristianismo. La historia del político catalán, no obstante, le gana en etapas: al caerse del primer caballo, se afilió a Convergència Democràtica de Catalunya a comienzos de los noventa; al caerse del segundo, se cambió el nombre de Arturo por Artur en el 2000; y al caerse del tercero, liquidó el pragmatismo del que había hecho gala durante dos décadas y abrazó la fe independentista, convencido de que esa es la única solución para que su partido siga siendo hegemónico en Cataluña.
Ese convencimiento es el que le ha llevado a plantear un órdago al Gobierno de Mariano Rajoy al reclamar para Cataluña estructuras de Estado cuyo primer paso es la creación de una Hacienda catalana independiente de Madrid, “quiera o no quiera el Gobierno central”. El segundo paso es reclamar el derecho a decidir y, si cabe, plantear un referéndum independentista, a pesar de que las leyes solo prevén esta posibilidad con el permiso del Gobierno de Madrid. Un desafío que ha hecho saltar incluso a algunos militares, que ven con recelo los cantos de sirena independentistas que llegan desde el este del Ebro. Artur Mas, en realidad, siempre fue un tecnócrata y un pragmático. Cuando hace algo más de una década fue escogido por Jordi Pujol para ser su sucesor nadie imaginaba el cambio ideológico que iba a experimentar. Excesivamente tímido, su discurso carecía de la pasión que imprimía a sus discursos su antecesor. Poco a poco, fue puliendo su estilo. Durante años, visionó vídeos de Jordi Pujol y recibió clases de comportamiento ante cámaras y micrófonos, aprendió las técnicas del lenguaje gestual y corporal y finalmente se destapó como un orador eficaz y convincente, con muchas poses copiadas de Pujol y con algunos tics propios.
Por recomendación.
El hombre que ha puesto en jaque al Gobierno de Mariano Rajoy nació en enero de 1956 de una familia burguesa y católica, de misa dominical y veraneo en Fornells (Menorca) y Vilassar de Mar. Por eso estudió en el Liceo Francés y en Aula Escola Europea, para después licenciarse en Ciencias Económicas y Empresariales. También cursó estudios de Derecho, pero abandonó a mitad de carrera. El que con el tiempo sería presidente de la Generalitat no sintió ninguna vocación política temprana, aunque su padre, bien conectado con los círculos de Convergència, lo supo enchufar en el primer Gobierno de Jordi Pujol: habló con su amigo Francesc Sanuy, consejero de Turismo con el que coincidía de veraneo en Fornells, y puso a su hijo a trabajar para la Administración en 1982.
Sanuy confió en él y en dos años le nombró jefe del Servicio de Ferias, donde tuvo ocasión de conocer a Marta Ferrusola, esposa del entonces presidente Jordi Pujol. Por su labor en la consejería, también trabó amistad con el secretario general de Presidencia, Lluís Prenafeta. Cuando en 1986 Sanuy dejó el cargo, el nuevo consejero le ascendió a director general de Promoción Comercial, en sustitución de Francesc Granell, que fue llamado por Ernest Lluch para formar parte de la élite política española en la entonces Comunidad Económica Europea. Y así, con 29 años, tuvo el honor de ser el director general más joven del Gobierno autonómico en aquella época. ¡Y encima ni siquiera tenía el carné del partido!
Ello no fue óbice como para que Josep Maria Cullell, candidato a alcalde de Barcelona, le incluyese en las listas municipales de la capital catalana con el número 9, dejando su labor en el Gobierno. Pronto le encargaron la gestión del área económica del grupo convergente y él, fiel a su estilo, bordó la labor. Esforzado y cumplidor, tenía también una gran capacidad de trabajo y le recuerdan como extraordinariamente serio y recto.
En la política municipal estuvo nueve años. En 1991 se afilió al partido y en 1995 Pujol le llamó para ofrecerle el cargo de consejero de Política Territorial y Obras Públicas, de donde los dos últimos titulares, Josep Maria Cullell y Jaume Roma, habían tenido que salir tras sendos escándalos. No tuvo que esperar mucho para ascender en el escalafón: en 1997 Macià Alavedra cesó como consejero de Economía y Pujol pensó en él para sustituirle. A partir de ahí, su nombre adquirió un peso específico. Tanto que en el año 2000 fue el elegido para ser secretario general de Convergència. Por fin se había sentado a la derecha del Padre. Y poco después se creaba el cargo de conseller en cap (consejero jefe), por lo que pasó a ser una especie de jefe de Gobierno o primer ministro, situándose por encima del resto de consejeros. La suerte estaba echada. Fue en esa época cundo cambió su nombre de Arturo por el más catalán de Artur.
Los fracasos empresariales.
Esta trayectoria es, aproximadamente, la que recoge su biografía oficial. Pero se calla otros muchos datos, por los que pasa de puntillas. A finales de los 70, el entonces recién licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales comenzó a trabajar en el grupo Diplomat, del que formaba parte la compañía Magomo, fundada por su abuelo y dedicada a la metalurgia y a la fabricación de ascensores. Cuando la división de la que formaba parte se trasladó a Madrid, dejó la compañía, que acabó envuelta en una grave crisis en el año 1979.
Tras su paso por la Generalitat, volvió a probar en la empresa privada. Era concejal en Barcelona y su actividad pública era compatible con trabajar en la empresa privada. Fue entonces cuando lo reclutó Prenafeta, en 1987, para incorporarlo como gerente de Vilassar Internacional, la sociedad holding del grupo peletero Tipel. Él sería el encargado de diversificar la producción del grupo hacia otros sectores. Estuvo hasta 1992 y la gestión fue un rotundo fracaso. Pocos meses después de dejar la compañía peletera, esta presentó suspensión de pagos con unas monumentales deudas de 8.400 millones de pesetas, cuando tres años antes tenía beneficios de 850 millones. Él siempre dijo que su cometido se circunscribía a Vilassar Internacional, pero en realidad el grupo se comportaba como si fuese una sola empresa con varias divisiones.
El diseño de la estrategia de Mas fue ciertamente muy ambicioso: Tipel y sus representantes -en muchas ocasiones el propio Artur Mas- tomaron contacto con el negocio inmobiliario a través de Inversiones C; en el sector del ocio, con la entrada en la empresa explotadora del recinto del Pueblo Español de Montjuïc y en otra del Port Vell de Barcelona; en el sector de la distribución, con la asociación en la cadena Orangután; en el sector vinícola, con la entrada en una empresa de cava; y en el sector asegurador, con la entrada en Iberia Seguros.
La amistad con Prenafeta y con Macià Alavedra, su antecesor en Economía, perduró en el tiempo. Tras destaparse el escándalo del caso Pretoria, en el que los dos prohombres de CDC fueron detenidos por supuesto tráfico de influencias, se descubrió que ambos mantenían contacto con la cúpula de CDC y, concretamente, con Artur Mas, a quien Prenafeta concertó una cita con el empresario de máquinas tragaperras Manuel Lao porque “quiere almorzar contigo porque quiere facilitar cosas, ¿me explico?”. Prenafeta había acudido a Mas en otras ocasiones para que le pusiera en contacto con políticos locales, ya que estaba haciendo negocios en las comarcas barcelonesas. E incluso ambos mantuvieron alguna comida con el empresario Lluís Casamitjana, propietario de la compañía Espais y también detenido en la operación. De las conversaciones entre Prenafeta y Alavedra se desprende que ambos estaban dolidos con José Montilla porque les había cerrado las puertas de la Generalitat, pero esperaban que, si Mas era elegido, las cosas iban a cambiar y tendrían más facilidades para hacer negocios. Al salir en libertad provisional (tras abonar una fianza de un millón de euros), Prenafeta llamó a Mas y le agradeció el apoyo que tanto él como el partido habían dispensado a los implicados de Convergència en la trama.
Entre amigos.
En Tipel, Artur Mas coincidió con otro joven economista también reclutado por Prenafeta y al que había conocido años antes: Jordi Pujol Ferrusola, hijo del entonces presidente de la Generalitat.
Una fuente convergente explica a Tiempo que “hay una generación de hombres de Convergència que han crecido políticamente juntos y que hicieron piña dentro de Convergència. Los Pujol, Felip Puig y Artur Mas formaron el núcleo duro de ese grupo, aunque sus posicionamientos en la actualidad estén más distanciados”. Y tanto es así que, poco antes de las últimas elecciones autonómicas, Mas recibió fuertes presiones para que las consejerías económicas no  cayesen en manos de ese grupo de incondicionales. El líder de CDC sucumbió finalmente a esos consejos y ello estuvo a punto de costarle un serio disgusto político, porque Felip Puig, que ambicionaba la Consejería de Política Territorial y Obras Públicas o la presidencia del Puerto de Barcelona, amenazó con abandonar el partido dando un portazo. De ahí que le ofreciese luego la Consejería de Interior.
Pero merced a sus relaciones hace veinte años no es de extrañar que luego, en 1993, Mas aterrizase en otra empresa privada, La Seda de Barcelona, un cementerio político donde Jordi Pujol colocó a algunos de sus pupilos. El presidente de La Seda era entonces Rafael Español, gran amigo de los Pujol y, señalan fuentes empresariales, muy bien visto por Marta Ferrusola. Es decir, con las mismas características que el propio Artur Mas. La esposa de Pujol, a pesar de que no se entrometía directamente en la labor de su marido, no se escondía a la hora de mostrar sus preferencias. Y estas iban en consonancia con la valía y el catalanismo de la persona en cuestión. Gran parte de los jóvenes valores que apoyaba eran, además, amigos de sus hijos.
Su primera novia...
En el terreno personal, su vida fue plácida. Aficionado a los deportes, cuando era adolescente jugó de delantero en el Junior de Rubí, donde le colocaron el apodo de Flecha negra por su velocidad. Pero también practicaba montañismo, pesca y, más tarde, navegación. Montse Novell, en su libro Artur Mas. Biografía de un delfín, relata que, tras acabar el servicio militar (hizo milicias, que acabó el 31 de diciembre de 1979 en el cuartel del Bruc, en Barcelona), asistió a la boda de un amigo y le sentaron en la misma mesa que una joven prima de la novia, Helena Rakosnik. Los dos estaban solteros y sin compromiso. Hasta aquel momento, Artur había tenido una novia formal, Margarita García-Valdecasas, hija del exrector de la Universidad de Barcelona y hermana de la que, años más tarde, sería delegada del Gobierno en Cataluña y ministra de Administraciones Públicas con José María Aznar, Julia García-Valdecasas, ya fallecida. Si la relación hubiese seguido adelante, probablemente la historia se hubiese escrito diferente y el joven economista no se hubiese afiliado nunca a CDC.
El encuentro con Elena Rakosnik, pues, fue crucial. Los dos jóvenes estuvieron toda la noche hablando... de pesca, deporte que a los dos les fascinaba. De hecho, en los 90, Artur Mas era un asiduo del Club Náutico de Platja d’Aro, a donde acudía los fines de semana con su familia. “Le llamábamos el Posturitas, por las poses de galán que hacía. En realidad, su físico era más de un artista que de un político y él le sacaba partido”, explica a este semanario un empresario con barco en Platja d’Aro. Paradójicamente, su esposa , a quien sus amigas conocían como Marilén, se cambió el nombre de Helena por el más castizo Elena y luego volvió a retomar el original. Ella también acabó afiliándose a Convergència en 1996. Ya entonces trabajaba como maestra en la escuela que Transportes Metropolitanos de Barcelona (TMB) tenía para los hijos de sus empleados. Cuando desapareció la escuela, fue recolocada en el departamento de Presidencia, en la gestión de marketing de la compañía.
El matrimonio (que ha criado a tres hijos y vive discretamente en la céntrica calle Tuset de Barcelona) tiene fieles amigos, casi todos de la órbita convergente. Xavier Trias, alcalde de Barcelona, es uno de ellos. El senador Jordi Vilajoana es otro. El exsenador Sixte Cambra, actual presidente del Puerto de Barcelona, otro. El actual vicepresidente del FC Barcelona, Carles Vilarrubí, otro. Todos llevan años veraneando en Fornells, donde además coincidían con un denostado personaje: Fèlix  Millet, el saqueador del Palau de la Música. Las relaciones de Artur Mas y Millet, sin embargo, no eran estrechas (con quien mantenía más lazos el mecenas era con Trias) e iban poco más allá de un saludo y un eventual piscolabis.
… y la ascensión de su esposa.
A nivel personal, sin embargo, hay dos episodios que, dicen en círculos políticos, molestan profundamente al president de la Generalitat. Uno es la implicación de su padre, Arturo Mas Barnet, muerto el mes de marzo pasado, en un escándalo financiero: en 2008, la Agencia Tributaria descubrió que en los años 90 había hecho un depósito de 500.000 euros en una cuenta del paraíso fiscal de Liechtenstein. La información llegó a Hacienda gracias a un disquete robado por un empleado del banco LGT. En 2010, no obstante, el juez Santiago Pedraz archivó el caso porque el fraude se había realizado entre los años 1997 y 2002 y, por consiguiente, estaba prescrito el delito. Curiosamente, mientras Artur Mas era consejero de Economía y conseller en cap, también era el beneficiario de ese fondo.
Otro asunto que ha provocado malestar al president han sido algunas de las informaciones que circulan sobre su esposa, Helena Rakosnik. La principal señal de alarma apareció hace un año, cuando la exmodelo Judith Mascó fue relevada como presidenta del Festival de la Infancia por la esposa de Mas. De hecho, durante la etapa de Jordi Pujol, la presidenta de este salón ferial de gran predicamento era Marta Ferrusola. Hasta que llegó el Gobierno tripartito y fue nombrada Mascó. Con el cambio de Gobierno, Convergència no perdió la ocasión de recuperar la plaza a las primeras de cambio. En círculos políticos y empresariales se criticó ácidamente la manera de echar fuera a la exmodelo para poner en su lugar a la esposa del nuevo president y ello ocasionó un serio disgusto a Mas.

Helena Rakosnik es también vicepresidenta de la Fundación Rosa Sensat, que preside la empresaria Rosa Tous. En ella está también, como miembro del patronato, Vicenç Mauri, amigo de Mas y nombrado asesor del president en materia empresarial en junio de 2011. Además de figurar en el Banco de Alimentos de Manresa, Rakosnik pertenece al patronato de la Orquestra Simfònica del  Vallès, junto a eminentes músicos como Josep Carreras, Antoni Ros Marbà y Lluís Claret, y empresarios de la talla del farmacéutico Joan Uriach o el consejero de Cultura, Ferran Mascarell. Y pertenece, asimismo, a la Fundación Instituto de Trastornos Alimentarios, donde coincide con la orfebre Pilar Garrigosa, cuñada de Pasqual Maragall. Esta fundación, que no había tenido ayudas especiales, recibió a principios de este año más de 400.000 euros de fondos públicos en forma de subvenciones, aunque durante la etapa del anterior Gobierno tripartito no había tenido ayudas oficiales. Una circunstancia que ha dado que hablar en algunos círculos políticos. 
27 / 09 / 2012 Revista Tiempo

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