dijous, 1 d’octubre del 2015

2064-MAS: A POR LOS 100 DIPUTADOS

TRAS EL éxito de la diada, en la sobre­mesa nocturna del cava y el café con pin­tas, Arturo Mas disparó su euforia y afir­mó: «Seremos la admiración de Europa. El 27, Junts pel sí vamos a por los 100 di­putados. Los 90 ya están seguros. Y con un porcentaje de votos superior al 60%. Esto no hay quien lo pare».
Arturo Mas, político de cortos alcances y larga ambición, avanza tenazmente ha­cia atrás en su carrera cangrejil. Conver­gencia y ERC alcanzaron el 54% de los votos en las elecciones de 1992, el 44% en las de 2012 y el 39% el pasado 27. La desmesura de los 20'.000 millones de euros derrochados para financiar la maniobra secesionista no ha servido más que para partir en dos a la sociedad catalana, con consecuencias incalculables de cara al futuro desde el punto de vista social.
Tras el éxito de la diada de 2012, Arturo Mas convocó elecciones anticipadas y aseguró que se encaramaría en los 80 es­caños para negociar con más fuerza con el Gobierno. Se quedó en 50. Acercóse en­tonces tembloroso a ERC para no levantar el rabel de la poltrona curul de la Ge­neralidad y, a cambio de continuar siendo presidente, se convirtió en la marioneta de Oriol Junqueras, emprendiendo la dis­paratada carrera hacia el secesionismo que tanto ha perjudicado a Cataluña y también a España. Despilfarró el dinero público en embajadas y prebendas, en subvenciones y patrocinios, en desaforadas campañas del más vario signo y en el control de medios  de comunicación públicos y privados.
Fracturó su propio partido y creyó que llegaría a los 100 diputados y superaría el 60% de la votación.
En el año 2012, tras su fracaso incues­tionable, debió dimitir y resguardarse en casa. Pero aparte la ambición personal, ya se sentía acosado por su responsabilidad en la corrupción que ha venido financian­do a su partido. Prefirió entregarse a Oriol Junqueras y continuar. Ahora lo tiene más difícil todavía. Era un hombre de derechas, tal vez de centro derecha, y sus socios de izquierda y extrema izquierda no parecen muy firmes en la defensa de su persona, tal y como vaticinó Duran Lleida.
Arturo Mas, que ha perdido el ordago, se resiste a retirarse de la partida y parece dispuesto a las mayores bajezas humanas y políticas a cambio de que le permitan continuar haciendo como que gobierna en el palacio de la Generalidad. Nadie le dice que es ya un cadáver político que se descompone entre ince­santes rumores.
Hay un punto final que no se puede soslayar. Aunque Arturo Mas hubiera ob­tenido 100 diputados y el 60% de los vo­tos, no tendría el menor derecho a la se­cesión de Cataluña. Conviene no caer en la trampa de las cifras. El artículo 168 de la Constitución establece de forma por­menorizada el procedimiento a seguir para una eventual secesión, porque en una nación con cinco siglos de Historia el de recho a decidir sobre el destino de una parte del territorio nacional no corresponde solo a los que habitan en ese territorio sino a todos los españoles. Ni Asturias ni Aragón ni Cataluña ni Cartagena se pueden declarar independientes sin cumplir lo establecido en el 168 de la Constitución, que exige en última instancia un referéndum nacional en el que se pronuncien todos los españoles.

Luis María Anson, de la Real Academia Española

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