dilluns, 5 d’octubre del 2015

2074-JUGAR CON VENTAJA

Los devotos de la Tercera Vía juegan con ventaja. Ellos nunca tienen el problema. Siempre lo tienen los «inmovilistas» que no se desplazan hacia donde señalan los separatistas. Los apologetas del «encaje», la ordinalidad y la negociación conducen el coche escoba del nacionalismo, recogen los restos que dejan sus acelerones. Quienes se preocupan con tanto miramiento de que «Cataluña se sienta cómoda» aun a costa de generar desigualdades con el resto de los españoles, tan ciudadanos y leales contribuyentes como cualquier paisano de Reus o Manresa, muestran una disfunción: se engañan cuando vuelven por donde suelen. El nacionalismo es insaciable. Su voracidad no tiene límites. Sólo si aceptamos esto abordaremos la cuestión con madurez y realismo. Lo demás es voluntarismo y tarta templada de manzana.

España no tiene un problema con Cataluña. El progreso y la libertad lo tienen con el nacionalismo, la tribu, sus caudillos y de rebote con quienes les bailan el agua. Los saduceos demandaron comprensión y los biempensantes picamos el anzuelo: la voluntad integradora sirvió para blindar una supuesta singularidad y de paso mantener durante 30 años a una nutrida camarilla de corruptos y advenedizos. Tarradellas consideraba a Pujol un arribista. La alianza entre ERC y el PSC para deshancar a CiU, nacionalismo presuntamente leal y negociador, no estaba en el guión. El pacto tripartito se extendió a las Cortes durante el primer Gobierno de Zapatero. Fue el punto de inflexión. El independentismo independentista se comió la merienda del independentismo no independentista y comenzó la escalada del desafío a la ley. Entre tanto, el cuerpo sociológico mudó su piel. Surgió un separatismo antisistema, de clase y barricada, combativo y populista, que se proclama no identitario. Los románticos complacientes de la Tercera Vía saben que «reformar el Senado en sentido federal» y re- reconocer la singularidad no soluciona nada, pero su partido se juega en diciembre y su adversario no es el nacionalismo.


JAVIER REDONDO

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