dijous, 12 de novembre del 2015

2196-MAS SE BURLA DE LA DEMOCRACIA

ARTURO MAS es un cadáver político que se descompone entre incesantes rumores. Como vaticinó Duran Lleida, sus nuevos cómplices han dispuesto el sacrificio públi­co del presidente en funciones, aun en el caso de que fuera reelegido. Es patética la situación de este hombre de prolongada po­sición en el centro derecha que busca agó­nicamente los favores de un grupo de extre­ma izquierda, antisistema y antieuropeísta. Solo falta que se oficie la ceremonia fúne­bre del entierro porque Arturo Mas es, efec­tivamente, un cadáver, pero de cuerpo pre­sente.

El presidente de la Generalidad, medio­cre político de cortos alcances y larga, lar­guísima ambición, se ha convertido en una marioneta de Oriol Junqueras. Manejado por el líder de ERC, Arturo Mas se ha entre­gado con fervor a la buria de la democracia. Quiso hacer la trampa de autentificar un re­feréndum grotesco que el año pasado fra­casó ante el T.C. y ante el pueblo catalán. En el Parlamento de Cataluña se precisan dos tercios de los diputados para reformar, por ejemplo, la ley electoral, pero Arturo Mas ha defendido que con la mitad más uno de los escaños, que representan, por cierto, menos del 50% del voto popular y so­lo el 30% del censo electoral, se proclame la independencia de Cataluña. En el año 2012 quiso alcanzar los 80 diputados, se quedó en 50 y para mantenerse en su poltrona presidencial se postró genuflexo ante Oriol.

Junqueras y se entregó a la causa secesio­nista, fracturando la alianza de Convergen­cia y Unión que se prolongaba desde hacía tres largas décadas. Un sector extenso de la opinión pública catalana cree que, con la aventura secesionista, Arturo Mas quiere sobre todo enmascarar su desastrosa ges­tión política y, además, taponar los caminos abiertos por la Justicia para aclarar la co­rrupción que le salpica. La estrella de la bandera estelada debería ser sustituida por este lema: 3%. Lástima que al PP le falte imaginación para distribuir banderas exhi­biendo ese 3% que extiende la sombra de la cárcel sobre Arturo Mas y sus cómplices.
Pero sería un error referirse a la mofa que el presidente en funciones hace de la democracia quedándonos en los datos au­tonómicos. El derecho a decidir sobre la unidad nacional y la integridad territorial corresponde a todos los españoles, libres e iguales ante la ley. Medio milenio de Histo­ria unida avalan lo dispuesto en la Consti­tución de 1978 que fue aprobada por la vo­luntad general libremente expresada de los españoles y, entre ellos, de los catalanes. Si Arturo Mas no se hubiera burlado de la de­mocracia, debería haber ajustado su aven­tura secesionista al artículo 168 de la Cons­titución que exige para la independencia de una Autonomía los dos tercios del Congre­so, luego los dos tercios del Senado, des­pués la convocatoria de elecciones genera­les, a continuación los dos tercios del nue­vo Congreso y del nuevo Senado. Superados todos estos escollos, correspon­dería al entero pueblo español la decisión final en referéndum nacional.

Si fuera posible, en fin, hay que evitar la aplicación de la fuerza para encauzar las aguas de la tormenta desencadenada por Arturo Mas, pero es necesario que, sin la menor vacilación, el Gobierno de la nación actúe con proporcionalidad descargando de forma contundente todo el peso del Estado de Derecho sobre el golpismo civil de algu­nos dirigentes catalanes.

I.uis María Anson

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