dimecres, 30 de desembre del 2015

2348-ARTUR 'ZELIG’

SUCEDE QUE en Cataluña la CUP ar­mó definitivamente la españolada. El empate a 1515 que SÍ y 1515 que NO alcanza las herrumbrosas cimas de lo bufo. Estos gags no resuelven nada pe­ro aportan verdades. Por ejemplo, que Artur Mas es nuestro Leonard Zelig. Me explico: Zelig es un personaje ex­traordinario creado por Woody Allen. Un tipo que desarrolla la capacidad so­brenatural de cambiar de apariencia adaptándose al medio en el que se de­senvuelve. Algo así como un camaleón que emproa la mandíbula hacia donde sopla el viento. Nuestro Artur Zelig se estrenó como chico de los recados de la familia Pujol (la más palermizada de las sagas hispánicas). Luego tomó rum­bo al nacionalismo, camuflado de del­fín. Después opositó a redentor de una ansiosa Catalunya lliure en medio del festival de corrupción que él, como ATS de su maestro, mantiene con sedación artificial. Y después se afianzó en el ter­co apeadero de la independencia con­vertido ya en un doble de sí mismo, que consiste en darse él solo la razón cuan­do la necesita. Este es Artur Zelig.

Lo que no era posible calcular es tan­ta humillación como acepta. La mendi­cidad en la que ha caído. El limosneo sin gracia ni oportunidad cuando una mitad se apunta y la otra mitad se desa­punta para barrerlo. A este hombre só­lo le queda opositar a maletero de Anto­nio Baños, achicándose más aún hasta concretarse en una mala imitación de Baños. Pudiendo haber escapado de su propio delirio con unas décimas de pun­donor, terminará envuelto en una bata de satén para retirarse llorando. Artur Zelig ha pasado de President a extra en la compañía de galas orientales de Ma­nolita Chen. Es lo que tiene el ponerse a la altura de la pequeñez del enemigo (los paisanos que lo torean allá). El calado de la situación es fabuloso. Catalu­ña al completo depende por ahora de unos 3.000 colegones que optan por quedarse para siempre en la provincia viendo Cine de Barrio con subtítulos ca­seros. Y a la espera de cómo les atice en la próxima quedada el viento de garbí anda Artur Zelig, tomando clases noc­turnas y aceleradas del parrandeo tipo CUP. Qué pena de yerno, tú.

Hay hombres incapaces de distinguir una misión de una trampa. Inmunes al ridículo. Gente? "capaces de no ser na­die y ser a la vez cualquiera. Tipos que abandonan su identidad para formar parte de algo, lo que sea. No es un pro­blema físico, sino mental. Empiezan en la vida de narcisistas y acaban de taqui­lleras de su propia comedia. Artur Ze­lig es el presidente más raro de la histo­ria moderna de España. Ha alcanzado el norte magnético de la política, que es el lugar que apunta la aguja imantada de una brújula (el polo norte magnéti­co) que no coincide con el Polo Norte geográfico. Es lo que pasa con su parte del procés independentista, que se lo han jarrapellejeado mientras continúa (pobretico) de cara a la tapia contando hasta el in­finito para un escondite en el que sólo está él.

Un hombre con síndrome camaleón no puede ser tomado en serio. Menos aún cuando se arrastra indecentemente por no perder lo que ya ha perdido. Es­te es el percal de Navidad. Así vamos. Artur Zelig, mientras, parece que ensa­ya el acento para mutar a español.


ANTONIO LUCAS

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