dilluns, 25 de gener del 2016

2420-A CHUPAR DEL BOTE


«PODEMOS y Ciudadanos, bonitos motes, nuevos grupos que intentan chupar del bo­te». La sabiduría popular no se equivocaba. Los partidos emergentes están ya en la po­mada, colgados de la teta ubérrima del Es­tado. Pablo Iglesias puede prescindir de la turbia financiación persa y venezolana. In­cluso ha pretendido multiplicar por cuatro los dineros parlamentarios fracturando el reglamento del Congreso de los Diputados. La voracidad de los partidos políticos care­ce de límites. Derrochan el dinero a manos llenas en campañas, publicidades, viajes, banquetes, actos multitudinarios, sedes en las ciudades y pueblos de España, personal creciente, cinismo elevado al cubo. Los par­tidos políticos se han convertido en un su­culento negocio y en agencias de coloca­ción para enchufar a parientes, amiguetes y paniaguados. Deberían solucionar los conflictos de España y se han convertido en el tercero de los diez grandes problemas que agobian al ciudadano español.
Mariano Rajoy, a pesar de su excelente gestión económica, tiene escasas probabi­lidades de continuar porque sus errores políticos le han crucificado. La fórmula arriólica «no hay que hacer nada porque el tiempo lo arregla todo y lo mejor es tener cerrado el pico» ha sido un desastre y no solo en Cataluña. El Partido Popular, sin Rajoy, mejoraría su capacidad de negocia­ción pero por el momento esa posibilidad es una entelequia.
Pedro Sánchez está jugando sus cartas con innegable habilidad. Sabe que su des­tino es entrar en la Moncloa o volver a su casa con el rabo entre las piernas. Y se ha entregado a una actividad frenética por­que le salen las cifras en los dos planes que ha puesto en marcha. El plan A es la alianza con Podemos, 159 escaños más los que pueda rebañar de vascos y canarios. Para que esta operación prospere, necesi­ta la abstención de los partidos de Mas y Oriol Junqueras. 17 escaños, y la ha com­prado con la cesión de cuatro senadores. Con Podemos negocia ahora aplazar la exigencia del referéndum catalán y, bajo cuerda, una reforma, poco probable, del reglamento del Congreso para que en unos meses Pablo Iglesias consiga tres grupos parlamentarios más y pueda chu­par del bote a cuatro carrillos.
Si el plan A, que es el que le gusta a Sánchez, no prosperara, entonces intenta­ría el plan B: alianza con Ciudadanos, 130 escaños, que podrían rozar los 140 reba­ñando a los vascos y los canarios, voto en contra del PP más el foro asturiano, 123 o 124 escaños, y abstención del resto de la Cámara. Si Pablo Iglesias se opone a los planes de Pedro Sánchez, la ciudada­nía deberá pagar una nueva y costosísima campaña electoral en la que los partidos políticos despilfarrarán el dinero extraído a través de unos impuestos casi confiscatorios. Las navajas traperas, en fin, brillan desenvainadas. La clase política está dando una muestra más de su mediocri­dad, su cutrez, su chabacanería, su codi­cia, su mezquindad y su egoísmo.
Al Rey Felipe VI, tan discreto, tan prudente, tan responsable y eficaz en el ejercicio de las funciones que la Constitución le otorga, le será muy difícil deshacer la ma­deja de los intereses creados para encon­trar una solución razonable de Gobierno que evite el despropósito de unas nuevas elecciones.

Luis María Anson

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