En Valencia, el juez ha iniciado la investigación a Rita Barbera por
blanqueo de capitales en la caja B y prepara el suplicatorio al Senado En Madrid, Albert Rivera ha
alcanzado un acuerdo de regeneración democrática con Pedro Sánchez para suprimir
el Senado, las diputaciones y los aforamientos. En Sevilla, el Tribunal Supremo
inculpa a Chaves y a Griñán en el fraude de los ERE. En el Foro,
siguen los interrogatorios a los imputados de la Púnica. En Barcelona, los fiscales buscan los
rastros en los paraísos de la familia Pujol. Es el zafarrancho de la catarsis después
de la trapatiesta del saqueo.
Francisco Camps ha salido de su escondite para decir que Rita Barberá vive de
alquiler, tiene un coche de 200 años y «no se ha llevado ni un paquete de
rosquilletas». Pero el caso es que la alcaldesa fallera perpetua de las
mascletás se ha refugiado en el Senado. La mafia de los Borja logró papas incestuosos
y príncipes corruptos; estos gobernantes de hoy se dejaban trajinar por bolsos
y pantalones. Una piscina forrada de cuarcita, una ducha con chorro de niebla
una cascada en el jardín, sauna, un frigorífico de 7.000 euros; eran los lujos
y esplendores en el chalé de Valdemoro de Francisco Granados, construido por
uno de la Púnica. «Para no morir
ahorcado / el mayor ladrón de España, se vistió de colorado». Antes se
escondían en la Iglesia, ahora en el Senado.
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